jueves, 24 de mayo de 2007

Prioridad de los herederos de Ho Chi Minh por el Dr.Jorge Castro

Tiempo Argentino/Zetavisión/Z Inter Press
Vietnam ingresó este año en la Organización Mundial de Comercio (OMC), y se convirtió en el 150avo miembro de la organización. Previo a su incorporación a la OMC, y como condición de ella, el gobierno de Hanoi firmó en el 2000 un acuerdo bilateral de comercio con los EEUU. Desde entonces, las exportaciones vietnamitas crecen 25% por año, un porcentaje superior al de China, pero las exportaciones a los EEUU aumentan a una tasa muy superior: 43% anual. El año pasado, la República Socialista de Vietnam vendió en el mercado norteamericano bienes por 6.600 millones de dólares, 6 veces más que en el 2001. Sólo las exportaciones textiles al mercado estadounidense, pasaron de 47 millones de dólares en el 2001 a 2.400 millones en el 2003, un incremento acumulativo de 250% anual.
En el transcurso de estos 6 años (2001-2006), Vietnam se ha convertido en una de las economías más abiertas del mundo, con un comercio internacional (exportaciones más importaciones) que es, aproximadamente, 160% del PBI, más del doble que en China y cuatro veces la ratio de la India.

Las ventas al exterior de productos electrónicos, obra en su totalidad de la inversión transnacional, crecen por encima del promedio de las exportaciones; si éstas aumentan 25% anual, las primeras lo hacen a una tasa de 27% a 29% por año.

La inversión extranjera directa (IED) ascendió a 6.500 millones de dólares en el 2006 (nuevas inversiones, “greenfields”), un crecimiento de 41.4% con respecto al año anterior. Vietnam, con 84.9 millones de habitantes, recibió en el 2006 más inversión transnacional que India, con una población de 1100 millones.

También el año pasado, INTEL, una de las principales transnacionales norteamericanas de la industria electrónica, invirtió 650 millones de dólares en la construcción de una planta de fabricación de microchips en ciudad Ho Chi Minh (antigua Saigón), su mayor inversión en Asia, superior, incluso, a las que realizó en China.

Vietnam recibe, desde el 2001, un promedio anual de 8% del PBI en inversiones transnacionales; un porcentaje superior, proporcionalmente, al que recibe China. Por eso, crece un promedio anual de 7.4% en los últimos 10 años, y, a partir del 2005, la tasa es superior al 8% anual.

Por eso también Vietnam experimenta una fenomenal caída de los niveles de pobreza. El Banco Mundial estima que la población en condición de extrema pobreza (1 dólar diario) ascendía a 58% del total en 1993; y había caído al 29% en el 2002. A este ritmo de crecimiento económico, en el 2010, sólo quedarán en condiciones de pobreza extrema algunas tribus de las regiones montañosas más aisladas.

Tras la caída de Saigón en 1975, el régimen abolió la empresa privada en todo el país y forzó a los campesinos a ingresar en unidades colectivas; en la década del 80, ese sistema entró en crisis y finalmente en colapso, con una brutal caída de la producción industrial y hambrunas generalizadas en el campo. Lo que desató la crisis fue el extraordinario gasto exigido por la intervención militar en Camboya, para desplazar al “Kmer Rouge”. La inflación superó el 300% anual en 1985.

A consecuencia de crisis, y como respuesta a ella, el Partido Comunista, fundado por Ho Chi Minh resolvió un giro de 180° en su política; y decidió, en el VI Congreso, descolectivizar el agro, eliminar el sistema de precios administrados, liberalizar el comercio interior y buscar de manera sistemática la inversión transnacional.

Fueron las reformas “Moi Doi”, destinadas a crear una economía capitalista de mercado, orientada, en términos de apertura y exportaciones, al mercado mundial y el proceso de globalización.

Una cuestión de extrema importancia es cómo el régimen comunista encontró en si mismo la fortaleza para revisar, en sus raíces, la política que había desarrollado tras derrotar a EEUU, y que culminó en un colapso económico y social generalizado.

Esta revisión tuvo lugar 6 años antes de la caída de la Unión Soviética, su principal aliado en el sistema internacional; quizás la fuente de la excepcional autoconfianza del régimen vietnamita resida en el hecho de que Vietnam, con su conducción y encuadramiento, derrotó en los últimos 50 años a tres de los principales poderes mundiales: EEUU, Francia y la República Popular China (1979).

También es probable que el vigor del régimen sea el resultado de su honda legitimidad, como expresión de la nación vietnamita y de su identidad nacional.

Ho Chi Minh proclamó en 1945 la independencia de Vietnam, después de 70 años de dominio galo; lo hizo cuando las tropas del Cuerpo Expedicionario francés comandadas por el General Jacques Philippe Leclerc arribaban a la península para aplastar la insurrección; siguieron 9 años de combates hasta que, el 7 de mayo de 1954, el último reducto formado por las paracaidistas del coronel Bigeard y la Legión Extranjera se rindió en Dien Bien Phu.

Vietnam está ahora en la OMC, y los herederos de Ho Chi Minh colocan como prioridad estratégica nacional la búsqueda de la IED de las empresas transnacionales. Hay una honda coherencia en la historia vietnamita. www.agendaestrategica.com.ar tiempoargentino@gmail.com

martes, 22 de mayo de 2007

¿La casa está en orden ?...Por el Lic.Roberto Cachanosky

Tiempo Argentino/Zetavisión/Z Inter Press

Más allá de que el presidente y sus ministros afirmen que todo marcha sobre rieles y que la Argentina dejó atrás el infierno, todo parece indicar que el caos ha regresado y los focos de conflicto comienzan a estallar en distintos lugares.



¿Quién no recuerda la famosa frase de Raúl Alfonsín cuando se produjo el levantamiento carapintada durante las Pascuas de 1987? Considerando la situación que hoy vive la Argentina, podríamos preguntarnos si la casa está en orden, porque lo que se observa en los últimos días es un caos generalizado.

En primer lugar, el desborde de Santa Cruz es un hecho impensado que, seguramente, tomó por sorpresa al mismo Néstor Kirchner. Nadie hubiese apostado, tres meses atrás, que la provincia que durante tanto tiempo controló el actual presidente podía desbocarse de la forma en que lo hizo. ¿Quién hubiese dicho que, en Santa Cruz, su hermana Alicia no iba a poder caminar por la calle o que la casa de los Kirchner iba a tener que ser custodiada por la Gendarmería?

Segundo, luego de mostrar sus manos simbolizando que está limpio de corrupción, Kirchner ve cómo se le está desbordando el escandaloso caso de corrupción que involucra a la empresa Skanka y a su gobierno. Su argumento de que se trataba de un problema de coimas entre privados demostró, una vez más, la facilidad con que el presidente hace afirmaciones sin mucho fundamento. Y digo una vez más porque también había afirmado que venían U$S 30.000 millones de inversiones chinas que todavía estamos esperando o que los fondos de la provincia de Santa Cruz iban a ser repatriados ni bien él asumiera como presidente. Nada de eso ocurrió. Pero sí ocurrió que un presidente que se para en el púlpito para, desde lo alto, dictar clases de moralidad y levantar su dedo acusador a diestra y siniestra, se encuentra con una cadena de corrupción gigantesca dentro de su propia administración.

En tercer lugar, el caso Greco sigue estando pendiente de resolución y sólo fue tapado por un escándalo mayor como el de Skanka.

Cuarto, su secretario Guillermo Moreno está a punto de enfrentar una embestida por supuestas manipulaciones de los índices que elabora el INDEC.

Quinto, hay un caos fenomenal con el transporte público –subterráneos y trenes–, al punto tal que, durante la semana pasada, se produjeron serios disturbios en la estación de Constitución.

Sexto, el jueves se quedó sin luz una parte importante de la Capital Federal y el Gran Buenos Aires.

Séptimo, el caos de tránsito en la ciudad es fenomenal gracias a la nafta artificialmente barata que tenemos los argentinos.

Y, en octavo lugar, los aviones siguen volando como pueden con controladores aéreos que, en plena era de los avances tecnológicos y de las comunicaciones, deben manejarse con planillas llevadas a mano (lápiz y papel) porque, aunque el Estado argentino aumenta constantemente el gasto público y los contribuyentes pagamos fortunas en impuestos, no alcanza para comprar un simple radar. En un cuaderno Rivadavia y con una birome, los controladores aéreos anotan las rutas de los aviones y tratan de que no choquen en el aire. Un escándalo de proporciones bíblicas que, Dios quiera, esperemos no se traduzca en una desgracia por la ineficiencia de la ministra de Defensa y la incapacidad del Gobierno para comprar y poner a operar un simple radar.

A pesar de que Kirchner no quiera reconocerlo, el país es un caos y tiende a complicarse cada vez más. Y todo esto está ocurriendo junto con una inflación creciente, porque el Gobierno no se ha dedicado a establecer políticas públicas de largo plazo. Se ha limitado a revolver el pasado, a inventar enemigos o a tratar de acumular poder en vez de solucionar los problemas. El tema de los radares es un típico caso de ineficiencia administrativa. En vez de ocuparse de perseguir a cuanto cristiano anda por el mundo con un uniforme (aunque sea el botones de un hotel), deberían haberse ocupado de que la cartera del área evitara llegar a este descontrol aéreo que estamos viviendo. Mientras la ministra de Defensa goza con la compañía de Hugo Chávez y Kirchner se reúne con el autócrata venezolano para crear un banco que no se sabe con qué fondos funcionará ni qué financiará, los argentinos carecemos de un simple y común radar para evitar accidentes aéreos.

Mientras tanto, lo vemos a Martín Redrado, el presidente del Banco Central, haciendo piruetas para sostener el tipo de cambio en el nivel que desea el presidente, de modo que le permite continuar cobrando los derechos de exportación que generan una caja que, por lo que vemos, no está siendo destinada a financiar cuestiones elementales para el funcionamiento de la sociedad, sino que se derivan a obras públicas de dudosa necesidad que terminan en escándalos de corrupción.

No deben sorprendernos los casos de coimas que han surgido en los últimos días. Finalmente, cuando un gobierno no tiene controles por parte de los otros poderes, concentra todo el poder en una sola persona y la fortuna de las personas queda a su merced, es inevitable que aparezcan estos casos de corrupción. A mayor cantidad de intervención del Estado en la economía, más arbitrariedad en la asignación de los recursos. Y esa arbitrariedad, que permite definir ganadores y perdedores, se traduce en un negocio fenomenal para los funcionarios públicos. El sistema imperante es el que conduce a una corrupción generalizada. No se trata de ideologías, se trata de normas básicas de organización administrativa para que quienes detentan el poder no puedan generar una fenomenal corrupción.

Mi impresión es que estamos asistiendo a la descomposición de una forma de gobierno autocrática. El autócrata no se ocupa de los problemas de la gente, se ocupa de concentrar poder, por lo tanto no administra. Usa el poder en beneficio propio y, como resultado, más tarde o más temprano, esa falta de buena administración empieza a dejar al descubierto el cúmulo de problemas no resueltos. Un día, tal vez el menos pensado, el modelo autoritario se desploma sin previo aviso. © www.economiaparatodos.com.ar tiempoargentino@gmail.com

lunes, 14 de mayo de 2007

¿Salimos o nos quedamos en el infierno? por el Lic. Roberto Cachanosky


Aunque el presidente se empeñe en convencer a los argentinos de que todo marcha a las mil maravillas, los conflictos sociales estallan a lo largo del país, la inflación sigue trepando, ya hay signos de desabastecimiento y la lucha por el salario es una constante.


A juzgar por cómo están evolucionando las cosas, la afirmación del presidente Néstor Kirchner de que el 10 de diciembre vamos a estar saliendo del infierno luce un poco temeraria. Si bien habría que ver qué entiende Kirchner por salir del infierno, mi impresión es que las cosas se van a poner mucho más calientes de lo que están hoy. No sólo por el fenomenal conflicto social que se produjo en estos días en el feudo del presidente, sino porque, además, la inflación y el desabastecimiento van creciendo día a día.

Dicen que el presidente sigue en detalle algunos números de la economía. Mi sugerencia sería que siga en detalle la fenomenal expansión monetaria que está llevando a cabo el Banco Central (BCRA) para sostener el eufemismo del tipo de cambio competitivo. Un 27% de crecimiento interanual del circulante a marzo de este año y un 24% de aumento en abril, sumados a la esterilización que tiene que hacer el Central para reducir algo la expansión de moneda, han llevado el stock de pasivos de corto plazo a los $ 59.000 millones. La mitad de las reservas, que tanto se difunden como un éxito del Gobierno, fueron compradas con deuda de corto plazo. Y encima de generar esta emisión y endeudamiento acelerado, el tipo de cambio real sigue bajando. Si a esto se le agrega la distorsión de precios relativos, el cóctel que ha armado el Gobierno es altamente explosivo. Por eso mis dudas sobre si salimos del infierno como dice Kirchner o si la onda expansiva producirá tanto calor que vamos a quedar chamuscados nuevamente, Gobierno incluido.

Lo que parece no comprender el Gobierno es que la propia dinámica del modelo requiere de dosis crecientes de inflación con caídas reales del tipo de cambio y de los salarios. La lucha por la distribución del ingreso ya es un hecho.

El presidente tuvo otras palabras también poco afortunadas. Dijo Kirchner: “Habrá otra pluralidad, la de los sectores de la derecha argentina que creen que hay que concentrar la riqueza en unos pocos”, agregó que “hay que cuidar el gasto público” y remató su exposición afirmando que así piensan los neoliberales.

Es evidente que a un hombre que se ha limitado a hacer dinero en los años del Proceso y luego a buscar el poder político de cualquier manera no se le puede pedir que, además, haya tenido tiempo de ilustrarse debidamente sobre las diferentes corrientes de pensamiento.

Resulta gracioso que se pretenda identificar al liberalismo (ahora llamado neoliberalismo) con una corriente de pensamiento que pretende castigar a los pobres y defender a los ricos. Justamente, todo el pensamiento liberal estuvo enfocado, desde sus inicios, en colocar limitaciones al poder del monarca para que éste no pudiera abusar de los derechos de las personas. Quienes critican al liberalismo por materialista desconocen que la primera obra de Adam Smith no fue “La riqueza de las naciones”, sino un libro de contenido moral que se llama “Teoría de los sentimientos morales”. Por otro lado, basta con leer “La acción humana” de Ludwig von Mises para advertir que, de las 1.000 páginas del texto, las primeras 300 están destinadas a analizar el comportamiento humano y los derechos de las personas. O, por citar otro ejemplo, podríamos señalar “Derecho, Legislación y Libertad” de Friedrich von Hayek, que se concentra, a lo largo de tres tomos, en analizar los derechos individuales y los límites al poder para evitar las dictaduras.

Podría también Kirchner leer la famosa obra de Hayek, “Camino de servidumbre”, en el cual el autor demuestra cómo el nazismo y el fascismo destruyen las libertades civiles. O podría estudiar a John Lock o Edmund Burke. En fin, hay suficiente literatura como para advertir que los fundamentos del liberalismo tienen que ver con los principios morales que fundamentan la limitación del poder de los monarcas. El liberalismo fue un grito de libertad en contra de la opresión y el despojo al que era sometido el pueblo bajo los gobiernos monárquicos, hoy devenidos en dictaduras surgidas de las armas (tipo Fidel Castro) o mediante el voto (como Hugo Chávez).

La libertad económica es apenas una parte del liberalismo; éste lucha, precisamente, por la igualdad ante la ley de todas las personas, igualdad que suelen desconocer los gobiernos populistas del tinte que tenemos en la Argentina.

Por otro lado, no hay nada más regresivo que el impuesto inflacionario que actualmente les cobra el Gobierno a los sectores de ingresos fijos para transferirles beneficios a unos pocos (los sectores protegidos por el tipo de cambio competitivo). La política económica que actualmente se está aplicando tiende a la concentración del ingreso en detrimento de la inmensa mayoría de la población porque limita artificialmente la competencia y deja a los consumidores indefensos ante los abusos de los sectores empresariales, que los esquilman con productos de baja calidad y precios desorbitantes.

Con su discurso, Kirchner pretende tener el monopolio de la benevolencia. Es como si creyera que solamente él quiere que la gente salga de la pobreza. Pero decir que uno quiere que la gente no sea pobre no alcanza: hay que aplicar políticas públicas que le permitan a la gente salir de la pobreza y vivir del esfuerzo propio. Para ser benevolente también se requiere de una dosis de eficiencia. Y no es justamente esta política económica la que alcanza el objetivo declamado por el presidente. Hoy, la distribución del ingreso es una de las peores de la historia económica argentina, al tiempo que tenemos una crecientemente salvaje distribución regresiva de los ingresos vía el impuesto inflacionario.

En estos cuatro años, el país ha sido instalado en un infierno de resentimientos, odios, revanchas, arbitrariedad, falta de transparencia en el manejo de los fondos públicos y destrucción de la república como sistema de gobierno. Ahora estamos transitando, además, el infierno de los conflictos sociales como el de Santa Cruz y el de la inflación. El próximo va a ser el del descalabro económico gracias a la bomba de tiempo que, por ambiciones de poder, le han puesto, una vez más, a la Argentina.

Con este rumbo no sólo no hemos salido del infierno, cada vez nos metemos más. © www.economiaparatodos.com.ar tiempoargentino@gmail.com

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